Te doy la Bienvenida en el 2021, con un relato corto que he escrito en estos días de recogimiento y dolor después de la perdida de una persona verdaderamente importante para mi.

Conectar con mi pasión por la escritura hace que mi energía vuelva a elevarse. Espero disfrutes de estos minutos de lectura, al menos cuanto yo he disfrutando dándole forma.

Nota: este relato participa al Concurso 
#unaNavidaddiferente de Zelda Libros.

 

LA NAVIDAD DEL SEGUNDO TIEMPO

Hubo un tiempo en el que la Navidad significaba arboles decorados con luces, cuyas bases estaban repletas de paquetes por abrir.

Un tiempo lejano, donde Los Reyes Magos y sus Pajes tenían ayudantes disfrazados de padres, tíos, abuelos y amigos, por todo el mundo. Y todos ellos pasaban los días de Diciembre en frenéticas carreras en busca del “regalo perfecto”.

Hubo un tiempo en que juguetes de todo tipo, color y forma inundaban las casas donde vivían los más pequeños, además de jersey, perfumes, guantes, calcetines, bufandas y calzoncillos, cual presente, para los más mayores.

Así eran las frenéticas navidades en el Primer Tiempo.

Cuando el mundo iba cada vez más rápido, en el lejano 2020, La Gran Pandemia Mundial, lo cambió todo.

Parecía que la Tierra había dejado de girar. Como si se hubiese frenado en seco: las calles se hicieron desiertos de asfalto; los abuelos y los nietos no podían verse; los hermanos repartidos por el mundo no podían juntarse; padres e hijos apenas podían abrazarse…a veces ni eso…

Al parar, al tomar el tiempo para meditar, al ver todas las costumbres barridas de un gran soplo y la vulnerabilidad que corría por las venas, las personas empezaron a sentir como el Amor no latía en las cosas, en los objetos, en los juguetes.

Ningún Monopoly podía consolar al nieto, ningún perfume abrazar al padre, ninguna joya besar a la abuela.

El mundo empezó a latir y brillar de forma diferente: latía por la esperanza de las personas de poder verse pronto y brillaba por las lágrimas de tristeza por las pérdidas que toda familia experimentaba.

Los corazones que antes estaban asfixiados bajo tantos objetos, de pronto despertaron y empezaron a latir tan fuertes que la Tierra parecía temblar. Las calles seguían desiertas, sin embargo ya corría a raudales la solidaridad y la fuerza interior que yace dentro de cada uno.

Al final de aquel año tan terrible ocurrió algo mágico.

Bajo los árboles Los Reyes Magos dejaron cartas de amor, fotografías, abrazos y besos de las personas queridas. De las cercanas, las lejanas y también aquellas que ya habían partido para siempre.

Las casas se llenaron de alegría, emoción, recuerdos y sobre todo de Amor.

Los Pajes y sus ayudantes se disfrazaron de médicos y enfermeros para llevar Amor y Compasión a cada enfermo; de técnicos de telecomunicación para llevar Internet a cada casa; de informáticos para dotar cada hogar de dispositivos para poder conectarse y verse.

Así fue como el mundo se llenó aún más de besos y abrazos virtuales, las distancias desaparecieron a golpe de click y el Amor Verdadero lo inundó todo.

Esta es la historia de los dos tiempos.

Hubo un tiempo en que los humanos habían olvidado su Gran Poder.

Tuvo que llegar un ser invisible e insidioso para recordarles lo esencial.

Hubo un tiempo en que ver decaer todas las certezas y perder a tantos seres queridos pareció un castigo tremendo e insoportables.

Hubo un tiempo antes del Covid-19 que la oscuridad reinaba y las cosas lo oprimían todo….luego, desde el dolor, volvió la Luz.

Y con ella el valor por la Vida y por cada persona, Única y Especial.

Desde aquel lejano 2020, empezó la Era del Segundo Tiempo y la Navidad es el momento en que el mundo se llena de cartas de amor, besos, abrazos y Amor Verdadero.

 

 

 

 

 

 

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