Empiezo hoy por hablarte de los niños, porque para Biyoga es un punto fundamental.
Como mamá, como profesional de la enseñanza de Yoga y Meditación para adultos y niños, y como habitante de este planeta, creo firmemente que los niños son el futuro.
Unos niños sanos, podrán sanar este mundo cada día más enfermo.
Unos niños con necesidades sin atender, difícilmente tendrán la confianza en sí mismos para poder ser grandes líderes, impulsores de un gran cambio.
Quiero primero contarte que este post inicialmente lo había titulado “Cómo realizar meditación activa con mis hijos”. Nada más redactar las primeras líneas, lo he cambiado. Porque no hace falta ser padre o madre para poder aportar nuestro granito de arena en el desarrollo sano de un niño. No todos hemos tenido hijos, sin embargo todos, en un momento u otro de nuestro día entramos en contacto con niños. Pueden ser sobrinos, estudiantes del centro donde trabajamos si somos maestros o profesores de cualquier materia o deporte, hijos de amigos o vecinos….
Seguro que leyendo, ya estás pensando en algún niño en concreto que forma parte de tu día a día.
Sobre la salud emocional en la infancia y lo que esto repercute en la edad adulta hay cada día más estudios y libros. Mi objetivo de hoy no es hablarte sobre ello.
Si no, tomarlo desde un enfoque meditativo y de presencia.
Antes de enseñarle la meditación “formal” a un niño, tenemos muchos pasos previos que podemos hacer para entrenar su presencia, su atención plena y para hacerle consciente de que el poder de la meditación está más presente en ellos que en cualquier adulto que conozcan.
Ser conscientes de cómo nos sentimos cuando realizamos actividades que bajan la frecuencia de nuestras ondas cerebrales, ser conscientes de cómo desaparecen las dimensiones del tiempo y a veces del espacio cuando realizamos algunas de las actividades que te propongo, hace que sintamos que estamos tan bien con nosotros mismos, que tengamos ganas de volver a sentirlo.
Para llegar a la meditación formal, tendremos que dedicar tiempo primero a la meditación activa y sentir lo que ocurre en nuestro interior.
Los niños son grandes meditadores por naturaleza, por lo tanto como adulto, no tienes que hacer ni enseñarle nada en concreto. Ellos y su sabiduría interna ya os guiarán.
Aun así, si el ajetreo y la rapidez del mundo que los rodea, los va arrastrando, aquí unas pocas ideas para poder acompañarlos hacia la práctica de meditación activa.
- Un paseo en la naturaleza: como amante de la naturaleza y de los paseos te diré que no hay nada más meditativo y a la vez emocionante para un niño que pasear, sin ningún objetivo prefijado, en la naturaleza.
En función del entorno donde vives podrá ser en la playa, en el monte, en un gran parque, cerca de un rio o de un lago…Cualquier entorno natural, cambiando también en función de las estaciones, será perfecto para practicar ambos presencia plena.
No existe nada más que lo que ocurre y surge en el paseo. Los niños son auténticos maestros en observar y conectar con la naturaleza.
“Cuando salto en los charcos, me resbalo y me mojo toda, siento en mi piel el amor de la naturaleza”
-Valeria, 6 años –
Si les permitimos ser como son en realidad, sin esperar nada de ellos, será cuando realmente nos sorprendan.
Además se pueden recolectar auténticos “tesoros” que la naturaleza nos regala y usarlos para crear cualquier juego o manualidad.
- Manualidades de cualquier tipo: escoged la que más os guste a vosotros, ya que los niños se deja llevar por el entusiasmo de la propuesta. Puede ser algo relacionado con la pintura, con el bricolaje, con cartulinas, con materiales naturales, con mándalas, con tejer, coser, cocinar, construir algo….
Cuando estamos creando, las ondas cerebrales bajan a un estado Alfa, el estado de meditación activa. El tiempo deja de existir, nos invade una sensación de satisfacción, de empoderamiento, de felicidad, que parece recorrer todo nuestro cuerpo.
Tú lo sientes, ellos lo sienten.
- Regalarle una cámara fotográfica. Sin que suponga una gran inversión, hay muchas cámaras disponibles hoy en día. También vale un móvil viejo (o no tan viejo) que ya no usas, que tenga la cámara en buen estado.
Darle la oportunidad de captar el mundo y la realidad según sus ojos, su forma de ver el mundo.
Te valdrá a ti para observar el mundo con sus ojos. Le valdrá a los niños para sumergirse en un estado meditativo activo, donde todo fluye, el tiempo deja de existir y solo cuenta lo que pueden captar, de nuevo, en estado de atención plena.
La cuarta y última propuesta de hoy, no va tan enfocada en atención plena, aunque sirve para mantener conversaciones interesantes con ellos. Conectar con ellos.
Si quieres enseñarles algo a los niños, primero tendrás que conectar emocionalmente con ellos.
Este recurso fácil de crear y usar, será tu mejor aliado para entablar las conversaciones más interesantes, genuinas y honestas que hayas tenido en las últimas semanas.
- Bote de cristal con preguntas inspiradoras: deja a lado de la mesa donde coméis un bote de cristal con un manojo de palitos de madera (valen los de helado o los típicos depresores de médico que se encuentran en cualquier tienda de manualidades también). En cada palito escribís una frase. (Aquí te dejo un PDF imprimible con las que usamos en nuestra casa: PREGUNTAS EN FAMILIA). Por turnos cada uno escoge un palito y todos los que están sentados en la mesa van contestando. Haz que no se convierta en una “lista de la compra”, si no que aprovecha las oportunidades que van saliendo para hablar de sentimientos, emociones, valores….
Así que si confías en el poder de la meditación y quieres aportar tu granito de arena en la vida de los niños que tienes a tu alrededor, no dejes pasar más el tiempo.
Cógelos de la mano y salid a dar un paseo. El resto vendrá.